El ocio al aire libre aporta a
los niños innumerables ventajas tanto a nivel físico como psicológico. La
realización de actividades en espacios abiertos contribuye a desarrollar la
imaginación, la creatividad y la sociabilidad de los más pequeños. Los expertos
recomiendan que los niños jueguen y disfruten al aire libre al menos una hora
al día.
En la actualidad, la escasez de
parques y áreas abiertas en las ciudades, la falta de tiempo de los padres o el
desarrollo de los videojuegos están contribuyendo a reducir el tiempo que los
niños pasan jugando en espacios abiertos. Esto trae consigo consecuencias
negativas porque fomenta el sedentarismo de los pequeños y reduce su capacidad
para actuar con autonomía.
Jugar al aire libre exige a los
niños usar la creatividad, estimula su curiosidad y les obliga a tomar
decisiones y a resolver problemas a través de la imaginación. En la naturaleza
no existe ningún límite a la hora de realizar juegos y actividades. Otra de las
ventajas es la posibilidad de interactuar con otros niños y establecer
relaciones sociales de calidad.
Los niños que disfrutan de
espacios abiertos tienen más posibilidades para moverse, andar y correr y, por
ello, consumen más energía. La actividad física combate el sobrepeso infantil y
ayuda a que los pequeños estén más relajados y reduzcan la ansiedad.